viernes, 15 de junio de 2012

Las nuevas tecnologías

Es imposible negar el impacto que hoy en día tienen las NTICs  en la vida cotidiana, y ,cómo podría ser de otra manera, en la escuela. Los alumnos, adolescentes al fin, manejan los nuevos dispositivos -teléfonos celulares, notebooks, blackberries, etc.- con la pericia propia del nativo, en tanto que los docentes estamos algo desorientados, asustados incluso, ante el despliegue tecnológico que nos pasa por encima y, a veces, nos ahoga.
Es urgente que los que trabajamos en Educación podamos acceder a la capacitación gratuita y en servicio. Los pocos cursos que se ofrecen resultan inaccesibles por los horarios o por los costos.
La única forma en que los docentes puedan agiornarse en el uso de estas herramientas es aprendiendo a incorporarlas a la tarea diaria. Si esto no se implementa pronto, cada día será mayor la brecha digital que nos separa de los jóvenes, destinatarios de nuestra tarea.

miércoles, 6 de junio de 2012

A distancia

Educación a distancia... E-learning, en Inglés.
Pronto comienza un Congreso Virtual de E-learning. Ya les contaré acerca de sus contenidos e interesantes propuestas. Los auspiciantes auguran muy buenos resultados, tanto que se prorrogó la fecha límite para la presentación de ponencias.
Aquí les paso el link de la página oficial del Congreso, por si buscan más información o quieren anotarse.


http://www.congresoelearning.org/

lunes, 7 de mayo de 2012

¿Qué significa educar en el siglo XXl?




  Me tomo la libertad de transcribir la intervención de Sandro Mancarrone, en el encuentro que sobre Educación organizó la fundación Informa't BCN.


  "Creo que la pregunta que nos plantea la organización es muy ambiciosa, y más en estos tiempos líquidos que corren. Por eso, la matizaré un poco y trataré de explicar qué creo yo que significa educar, a principios de siglo XXI.
Como hablaré de tecnología, dejadme que utilice una metáfora computacional para explicar la estructura de mi exposición. Partiré de tres inputs, es decir, de tres premisas, que creo que hay que tener en cuenta para intentar entender por qué se necesitan y por qué son posibles cambios metodológicos en la educación. A continuación presentaré una serie de’outputs sobre cómo se podría redefinir el rol docente, para mejorar los aprendizajes del alumnado.

Lo que pide la “sociedad”

El primer input tiene que ver con qué se debe enseñar en la escuela. ¿Contenidos? Si es así, ¿cuáles? ¿Habilidades? ¿Valores? ¿Competencias? Reproduzco aquí algunas ideas que se pueden encontrar en el prólogo del libro “7 Ideas clave. El desarrollo de la competencia matemática“, de Jesús M ª Goñi. Los planes de estudios reflejan, lo que se considera socialmente necesario que toda persona sepa, para ejercer su ciudadanía. Accepto que decir socialmente, es un poco ambiguo. ¿A qué parte de la sociedad nos referimos? ¿Al poder económico? ¿A la mayoría trabajadora? ¿Al mundo académico? Pues probablemente a aquella parte de la sociedad que es hegemónica en cada momento. De todas maneras, este es un debate que nos alejaría del objetivo central de la charla.
Si he introducido esta cuestión, es para justificar la forma que tienen hoy en día los planes de estudio. Muy esquemáticamente, venimos de una sociedad industrial, donde era necesario que todo el mundo supiera leer y escribir para poder disponer de cierta autonomía social y donde existían unas profesiones cerradas y estables, que requerían el conocimiento de una disciplina con un cuerpo teórico bien definido. En la actual sociedad del conocimiento, vemos que con eso no basta ni para ser ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho ni para desarrollarse profesionalmente en buenas condiciones. Ahora, hay que saber gestionar una gran abundancia informativa, tener iniciativa personal, trabajar·colaborativamente, dominar diferentes canales de comunicación verbales y no verbales y, sobre todo, tener la capacidad de seguir aprendiendo durante toda la vida. Todo esto es lo que ha dado lugar a la introducción del concepto de competencias en el ámbito educativo.
¿Qué es una competencia? Existen diferentes definiciones. Yo daré aquí una simple y clara, que propone la editorial Grao: una competencia es la capacidad de aplicar el conocimiento para resolver de manera eficiente un problema de la vida cotidiana. Esto implica comprender conceptos, dominar procedimientos, ejercer actitudes y disponer de valores. Es decir, lo que se resume como saber, saber hacer, saber estar y saber ser.
Pondré un ejemplo que escuché a’Antoni Zabala, para tratar de aclarar qué quiere decir ser competentes. Supongamos que queremos aprender a hacer una tortilla. No nos bastará con ir a un diccionario y leer la definición. Tampoco con ver una foto, ni siquiera con probar o tocar una real. Tendremos que hacer todo esto para tener claro el concepto de tortilla. Pero también tendremos que aprender su procedimiento de preparación, que primero tenemos que romper los huevos, después batirlos, freírlos, darle la vuelta a la tortilla y ponerla en el plato. Lo podremos hacer con diferentes actitudes, respetando las preferencias de los comensales (muy hecha o poco hecha), limpiando todos los utensilios para que no tenga que hacerlo otra persona, etc. Y también entrarán en juego nuestros valores: por ejemplo, ¿utilizaremos cualquier tipo de huevos o nos fijaremos en si se han producido en condiciones dignas para los animales?
Las competencias son un concepto que viene del ámbito empresarial y que se introducen en el mundo educativo con el’Informe Delors, encargado por la UNESCO, en el año 1996. Desde entonces, los países de la Unión Europea las han ido incorporando a sus planes de estudio. En el caso del estado español, se definen las 8 competencias básicas siguientes, que hay que desarrollar para ejercer una ciudadanía activa y crítica.

Las 8 competencias básicas

Lo que nos sugiere la pedagogía

El segundo input son las indicaciones que nos llegan de la pedagogía y de las neurociencias. Hay propuestas que hoy todavía se ven como grandes innovaciones, pero que tienen su origen en el pensamiento de pedagogos y pedagogas de hace más de 100 años. Basta leer a John Dewey, a Giner de los Ríos, a Francesc Ferrer i Guàrdia, a María Montessori, a Piaget o a Vigotsky. El profesor Pere Marquès, nos ofrece una práctica síntesis de la evolución histórica de la educación, que podéis consultar para tener una visión general sobre el asunto.
Lo que nos sugieren estas personas es que se aprende haciendo, que el alumnado debe tener un rol activo, que son fundamentales la experimentación, la indagación, la interacción directa con la realidad. Sabemos que el conocimiento no es algo que se pueda transmitir como si se tratara de un objeto o de una sustancia. La construcción de nuevo conocimiento requiere un proceso de reelaboración interna, en que lo nuevo se relaciona con lo que ya se sabe. Por lo tanto, es fundamental partir siempre de las ideas previas del alumnado, tenerlas en cuenta y presentar los nuevos contenidos en contextos que les resulten cercanos. También conocemos el valor pedagógico del error y que la evaluación debe ser una herramienta de aprendizaje y no sólo un trámite de certificación. Y, por supuesto,, todas estas cuestiones obligan a repensar el rol docente, que de autoridad indiscutible e infalible, debe convertirse en guía, orientador, organizador de la actividad de los estudiantes.
Por otro lado también debemos tener presentes los últimos desarrollos de la neurociencia, que fundamentan teorías como la de las Inte·ligencias múltiples de Howard Gardner. Según esta teoría la inteligencia·no es una capacidad unidimensional y monolítica. Existen diferentes tipos de inteligencia·desarrolladas y desarrollables en distinto grado en cada persona. Tradicionalmente, en el ámbito académico, se han valorado principalmente dos: la lógico-matemática y la lingüística. En cambio, otras como la interpersonal, la cinestésica, la espacial, etc. no han recibido la misma atención, aunque socialmente y profesionalmente pueden ser igual de útiles. Seguro que todo el mundo conoce a personas que obtenían malos resultados académicos, pero que luego han triunfado en el terreno personal y profesional. ¿Quiere esto decir que para triunfar en la vida no hay que ser·inteligente? Evidentemente, la respuesta puede ser otra: hay diferentes tipos de capacidades y hay que intentar desarrollarlas todas y detectar en qué destaca cada uno, para aprovecharlo.

Lo que nos permite la tecnología

El tercer y último input está relacionado con los cambios tecnológicos y la revolución de Internet. No quiero hacer aquí un repaso exhaustivo de todo lo que permite la tecnología, sino destacar algunos de los elementos que facilitan que muchas de las cuestiones que comentábamos antes se lleven a la práctica.
En primer lugar, la conexión a Internet da acceso a un banco de información extraordinariamente grande, muy superior al que puedan ofrecer docentes, libros de texto o enciclopedias. Es cierto que esta abundancia puede llegar a ser excesiva y se puede producir lo que se conoce como infoxicación. Serán necesarias estrategias de gestión de toda esta información, que permitan darle un sentido y, por lo tanto, convertirla en conocimiento. En segundo lugar, disponemos de herramientas para realizar tareas mecánicas y procedimientos simples de forma automática. El cálculo, el procesamiento de datos o la programación de tareas se pueden realizar de forma más rápida y eficiente y así se puede emplear el tiempo en actividades de mayor valor didáctico. En tercer lugar, la interactividad facilita el aprendizaje autónomo del alumnado. Las animaciones y los simuladores, permiten experimentar e investigar fenómenos y situaciones que difícilmente se podrían reproducir en un aula. Pero de hecho, la interactividad ya no queda estrictamente cerrada dentro de los entornos virtuales. La realidad aumentada es un ejemplo de cómo la tecnología permite interactuar con entornos reales. El profesor Jordi Adell, realiza una recopilación de artículos sobre usos educativos de la realidad aumentada, que es una muy buena referencia. En cuarto lugar, proliferan los entornos y las herramientas que favorecen la·colaboración, la sociabilidad, la interacción asíncrona o en tiempo real.  En quinto lugar, el boom de las aplicaciones ha puesto al alcance de todos herramientas para dar salida a la creatividad. Podemos grabar vídeo y audio, diseñar pósters, dibujar un cómic, realizar una web o un blog, sin tener muchos conocimientos técnicos.

¿Quiere decir todo esto que la introducción de tecnología en las aulas es garantía de un cambio metodológico? Evidentemente, no. Se pueden utilizar nuevas herramientas para seguir haciendo exactamente lo mismo. O para hacerlo peor, dado que la información se presenta de manera más dispersa.


Cambio de rol docente

Retomo aquí la pregunta inicial: ¿qué quiere decir educar a comienzos del siglo XXI? Para mí,, significa aprovechar el potencial tecnológico, para mejorar las metodologías de enseñanza y aprendizaje. Esto implica un replanteamiento del rol docente. No creo que exista ninguna receta ni modelo cerrado sobre cómo hacerlo, sería demasiado pretencioso. Pero sí me gustaría apuntar algunas ideas fuerza, que me parece que apuntan en esta dirección.

Primera idea: automatizar procesos mecánicos
De esta manera, liberaremos tiempo para dedicarlo a tareas más importantes desde el punto de vista educativo. Podemos utilizar actividades autoevaluables para mantener un seguimiento de la ejercitación del alumnado; planificar exámenes.


 Segunda idea: actuar como intermediadores críticos de contenidos
Si queremos aprovechar el potencial de la información disponible en la red, debemos filtrarla, seleccionarla y clasificarla.. El papel de guía de los docentes, también consiste en dar pautas sobre dónde y cómo buscar información sobre un tema concreto y en elaborar recopilaciones de páginas y recursos de interés. Para llevar a cabo esta tarea pueden ser útiles los servicios de marcadores sociales, como Delicious o Diigo, que sirven para guardar páginas favoritas y compartirlas. Ahora bien, no sólo es necesario que nosotros filtremos los contenidos, también, y sobre todo, hay que enseñar al alumnado cómo hacerlo.

Tercera idea: diseñar actividades de aprendizaje
Cuando la mayoría de las respuestas parecen estar al alcance de un clic, lo más importante son las preguntas. Aquí es donde entra en juego la intencionalidad didáctica: no basta con poner al alumnado en contacto con la realidad y esperar a que empiece a construir conocimientos. Hay que proponerle cosas para hacer. Pensar buenas actividades no es una tarea nada fácil. La buena noticia es que en Internet disponemos de gran cantidad de simuladores, animaciones, bases de datos y herramientas de creación, que nos pueden servir de estímulo.
Cuarta idea: potenciar las capacidades de cada alumno o alumna
Dicho de otra manera, asumir que la atención a la diversidad no solo significa proponer ejercicios de diferentes dificultades.
Quinta idea: organizar la ·inteligencia·colectiva
Esta es una idea que defiende a menudo, Dolors Reig, por ejemplo en su último libro, Socionomía, que aprovecho para recomendar. En el capítulo 7, nos explica que diversos estudios parecen indicar que los grupos suelen tomar buenas decisiones, a veces mejores que las de expertos profesionales. Y eso incluso cuando muchas de las personas integrantes sólo disponen de un conocimiento superficial sobre el problema a resolver. Vale la pena por lo tanto, que el trabajo·colaborativo, sea una práctica habitual en nuestras clases. Y no sólo en nuestras clases, también entre diferentes clases y entre diferentes centros educativos. Esta forma de trabajar requiere un intercambio entre iguales, donde todo el mundo aporte su conocimiento. Pero eso no quiere decir que funcione de manera espontánea. Requiere también una organización y una dinamización y aquí es donde entramos en juego nosotros como docentes.

En la práctica

Es fácil pensar cómo cambiar la educación en abstracto, pero hay que tener muy presente cuáles son los condicionantes prácticos. Los centros necesitan recursos tecnológicos y la formación docente debe mejorar, pero también hay que flexibilizar los horarios, los espacios y los grupos, resolver la ambigüedad contenidos / competencias de los currículums y cambiar los sistemas de evaluación. Sin todo ello, es difícil que el voluntarismo de unas pocas personas consiga cambios profundos. Pero por alguna parte hay que empezar."







He decidido dejar los links del original por considerar que aportan información útil e interesante.

viernes, 23 de marzo de 2012

La escuela que nos dejaron

Sí, la que nos dejaron o -mejor dicho- la que nos dejan construir...Porque no crean que somos los docentes los que decidimos cambiar los programas de estudios, o la carga horaria o el régimen de inasistencias... No!! Todo eso "baja" directamente de las cabezas -increíbles cabezas- de nuestros funcionarios, que en la mayoría de los casos no han pisado un aula desde sus lejanas épocas de estudiantes., y -como es de suponer- no tienen la más mínima idea de lo que significa enseñar algo hoy. No saben, no conocen la realidad de los alumnos y alumnas -que importará aclarar o no el asunto del género, si después la igualdad tan mentada termina malentendida...- ni están al tanto de las dificultades concretas que los docentes debemos enfrentar día a día en la tarea escolar.
En una escuela donde la palabra INCLUSIÓN vale más que el APRENDIZAJE, donde todo está permitido, para que el alumno permanezca -incluso contra sí mismo- aunque eso implique poner en riesgo físico o psicológico a sus compañeros y profesores.
¿Qué hacer frente a este panorama?
Yo elijo, enarbolar -como modernos Quijotes- la bandera del idealismo. Sólo los optimistas pueden trabajar en Educación, sólo los que sientan que un futuro mejor es posible.

sábado, 26 de noviembre de 2011